Mi primera eco
Ximena | Publicado en junio 24, 2013Apenas supe por primera vez que esperaba guagua lo único que quería era tener mi primera ecografía para saber a ciencia cierta que lo que estaba pasando era real.
Obvio que ilusamente me imaginaba ese momento como en las películas: me subía un poquito la polera, me echaban un gel en la guata, yo decía que estaba frío, el doctor sonreía, aparecía la guagua, todos reían y empezaba a sonar una música emotiva de fondo. A mi nadie me lo dijo asíque les es advierto: no es así!
La realidad en mi caso fue la siguiente. Entré a una pieza oscura que era la sala de ecografías, me pasaron una sabanita color damasco de dudosa higiene y me dijeron -se saca todo para abajo-.
¿Para abajo todo? ¿De qué me esta hablando? ¿Qué va a pasar? Rápido un chequeo mental para ver la dignidad de las piernas…pero no hay espacio para la discusión. Con la esperanza de que cambie de opinión pongo cara de cordero degollado y digo:
– ¿¡Doctor no vine preparada?!
-Te aseguro que he visto cosas peores.
Ante esa respuesta no queda más que seguir instrucciones. Me acuesto en la camilla y veo como el doctor toma una especie de lápiz para gigantes y me lo acerca, adios gel en la guata y sonrisa simpática.
La escena no es nada de emotiva, pero antes de que lo alcance a procesar aparece una semilla en la pantalla y se escucha «pum pum pum pum», es mi guagua y su corazón. El doctor y la enfermera tratan de echar a perder el momento con comentarios como «mira tu bebe» o «estas preñada cabrita» pero yo, como en las películas, solo escucho la música de fondo.
Xime